ATEX2019-12-23T15:41:37+01:00

Control de acceso a los sitios ATEX

El control de accesos en atmósferas explosivas debe satisfacer los requisitos de la normativa ATEX. Los peligros propios de las «atmósferas explosivas» (ATEX) han dado lugar a una normativa estricta que exige el uso de material debidamente homologado en las zonas de riesgo.

Control de acceso en zonas ATEX: un problema de seguridad importante

El control de accesos electrónico de Locken se basa en una nueva tecnología sin contacto que permite estar a la altura de las nuevas exigencias de las atmósferas explosivas. Son muchas las grandes empresas de los sectores del gas y los hidrocarburos que han optado por esta solución basada en la llave inteligente de Locken.

¿Para qué sectores?

Los principales ámbitos sujetos a dicha normativa son el sector energético —principalmente el del gas y los hidrocarburos—, químico, maderero y el de los residuos domésticos, así como el agroalimentario —debido, sobre todo, al polvo de cereal que se acumula en los silos—.
De forma muy esquemática, una atmósfera se considera explosiva principalmente cuando hay presencia de gas o polvo inflamables. La explosión puede ser provocada por una chispa, de origen mecánico o eléctrico, o bien por un calentamiento localizado debido, por ejemplo, a la fricción de dos piezas de metal.

Control de accesos: requisitos y soluciones

En cuanto al control de accesos electrónico, el peligro proviene no tanto de la parte mecánica de la llave, sino de su componente electrónico. Si la transmisión de información entre la llave y el cilindro se efectúa a través de la corriente eléctrica, puede formarse un arco eléctrico, de modo que bastará una chispa para que las materias explosivas circundantes detonen.
La nueva llave electrónica inteligente transmite información al cilindro mediante una bobina de inducción electromagnética que se encuentra en el corazón de la llave. Entre la llave y el cilindro no pasa corriente eléctrica, lo que significa que no hay formación de arco eléctrico y, por tanto, no se puede originar ninguna chispa.
Esta tecnología puntera ha permitido a Locken obtener la certificación ATEX para su solución de control de accesos. Dispone de la homologación ATEX II 2 G Ex ib IIB T4., de modo que se puede instalar en estaciones de suministro y control de gas, infraestructuras destinadas al tratamiento y distribución de hidrocarburos o recintos de plantas químicas.
Se puede utilizar en zonas donde se constate «puntualmente», la presencia de gas, vapor o niebla inflamables (II 2 G), «en condiciones normales».
Las características intrínsecas de la llave (sello ib de «seguridad intrínseca») y su temperatura máxima de funcionamiento (T4) permiten utilizarla sin riesgo alguno en presencia de un gas tan explosivo como es el etileno y, aún más, en presencia de un gas algo menos peligroso como lo es el propano (II B).

Un poco de historia: desde los primeros accidentes «explosivos» hasta las normas modernas

El peligro de las atmósferas explosivas se conoce desde que comenzó la explotación intensiva de las minas de carbón en el S. XVIII. El «grisú» (gas cuyo componente principal es el metano) y las «explosiones de polvo» debidas al polvo de carbón suspendido en el aire, se cobraron en Europa miles de víctimas, alcanzando los 1100 muertos en 1906 en una sola mina, entre Courrières y Lens (Francia). A partir de ahí se tomaron las primeras medidas preventivas, como las famosas lámparas de Davy antigrisú.
Cada país ha ido introduciendo progresivamente una legislación concreta tanto en materia de detección como de prevención. La Unión Europea comenzó unificando estas normativas en una decisión de 1994, ampliada en 2014. Esta última normativa está vigente desde 2016.

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